Cuando era niña, siempre imagine a mi hombre perfecto no por su apariencia. Imaginaba la ilusión, soñaba con vivir la experiencia de compartir el resto de mi vida con alguien especial y básicamente, envejecer felizmente junto a el.
Mi hombre perfecto un buen día decidí escribirle, y recuerdo que metí ese trozo de papel en una caja de zapatos llena de popurri y dulces.
Pedí a quien sea que me estuviera escuchando, una lista de condiciones y aptitudes que debía tener mi perfecto.
Entre ellas que me hiciera reír, que buscará enamorarme siempre, tanto para enmendar un error como para hacerme feliz, que yo fuera su fuente de inspiración a crecer siempre, que nos motivaramos como pareja, que fuera primero mi amigo y luego mi pareja...y esa descripción, en algún momento del camino, o la olvide, o sencillamente preferí ignorar.
Mucho después descubro que mis amigas, tenían estos deseos canalizados en algún momento, y así como los míos, fueron olvidados. Que cosa tan extraña no? Como olvidar de manera tan déspota aquello que nos hizo felices, y comenzamos a perseguir un ideal que para muchas no saben si están de acuerdo con el.
Una vez lei que las mujeres tenemos la vida romántica que deseamos. Muchas dirán pero... (describa a continuación si patética relación actual) es lo que realmente deseo? Porque en realidad es muy sencillo. Si no quieres la relación que tienes ahora, que haces a su lado aún? Porque si sigues esperando a que cambie te vas a secar!
No existe el hombre perfecto, pero todos tenemos una imperfeccion a nuestra medida, y por ahí existe ese alguien imperfecto, que te amara, te respetará, te ayudará a realizarte como mujer, y tu lo ayudaras aún darte cuenta.
Así que... Irónicamente, a medida que vamos madurando, las experiencias o nos alimentan el miedo a luchar, o nos empujan a pelear contra viento y marea por lo que deseamos. Y tu que prefieres? Conformarte con un medio limón? O encontrar esa naranja que también debe estar tras tu rastro?
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