jueves, 7 de noviembre de 2013

Y ese chico con ojos brillantes como la noche

Lo veo y le digo muchas cosas con la mirada. Intento no perderme en esos ojos brillantes, ni ponerle mayores ideales a lo que realmente es. Las mujeres tendemos arruinar una relación potencial desde el primer momento, sólo con permitir que nuestros demonios nos dominen.

Mi corazón lanza unas lágrimas vacías, y lo entiendo. La simple idea de fijarse en alguien más le aterra. Soy de las que en apariencia no me duele ni un uñero, pero la verdad es que soy bastante suavecita, y lejos de ser una virtud creo que se ha convertido en un defecto. El corazón, como el cerebro, necesitan ejercitarse para no olvidar sus funciones, y durante un tiempo estuve realmente muerta por dentro, pero más que todo por todo el dolor que tuve que vivir.

Sin embargo eso me hizo más fuerte.

Cada caída duele menos, y aunque no puedo decir que estoy lista para salir herida nuevamente, al menos miro a ese chico, y le cuento mi novela con la mirada. Y por supuesto, dentro de su naturaleza de ser hombre:

No me entiende.

Capaz cree que me duele el estómago.


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